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Una vecina de un pueblo cercano a Madrid, a principios de este año 2016, se puso en contacto con Fundación Acuai pidiendo ayuda para tres gatitos. Estaban a punto de tener su primer celo, y ya había sido un milagro que hubieran sobrevivido a una carretera y a un vallado con otros animales grandes. Era por tanto necesaria la intervención para evitar otras camadas muy pronto.

Se logró cogerlos, el  veterinario comprobó su buen estado de salud, y ¡sorpresa! los tres se adaptaron perfectamente a la casa de acogida, su madrina, la podemos llamar así, estaba asombrada de su comportamiento: ronroneaban, la reconocían a los pocos días, incluso se dejaban coger.

Así que después de la esterilización buscar adoptantes fue lo natural. Y hoy están cada uno de ellos felices en sus nuevas casas, y dando todo lo que unos gatos saben dar.

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